En el proceso educativo mucho tiempo se creyó que la mejor forma de control, y en los últimos tiempos, de auto control, era desterrar las emociones negativas. Sin embargo, estas terminaban por acumularse, hasta el punto de que en el momento mas inoportuno salían a flote. Los niños, al igual que los adultos, deben estar en capacidad de aceptar que las emociones, tanto positivas como negativas existen, porque hacen parte de la esencia del ser humano, pero estas deben asumirse responsable mente, es decir, tener la opción de decidir que se hace con la emoción, en vez de que la emoción decida por la persona. Ira La sangre fluye a las manos y el ritmo cardíaco aumenta, el rostro se enrojece y la temperatura corporal aumenta. Miedo La sangre fluye a los músculos grandes y el rostro palidece, un frió interno recorre el cuerpo, pareciera que se paraliza momentáneamente. Felicidad Relajación muscular, entusiasmo general y aumento de la energía. Amor Reacciones generalizadas de calma y satisfacción, el cuerpo se prepara para dar y funciona en equilibrio. Tristeza Disminución de la energía y de la actividad en general, el ritmo corporal y el metabolismo disminuye. El primer paso para el auto conocimiento emocional es desarrollar la habilidad de reconocer las emociones. El siguiente ejercicio te ayudará en esta labor: Busca un lugar tranquilo y escoge momentos que te causan dificultad, puede ser alguna situación con tu jefe, con tu personal, con tus hijos o pareja; cualquier situación puede ser escogida, lo importante es definirla con claridad. Durante la siguiente semana, todos los días, examina cada sensación física que te produce la situación escogida. Establece cuáles emociones son estimuladas en esos momentos. Reflexiona sobre las emociones y determina de qué forma afectaron tu comportamiento. Si la interacción incidió negativamente, busca las posibilidades de cambiarlo. Implementa una nueva forma de actuar si es necesario. En el caso de los mas pequeños del hogar, es importante resaltarles un determinado comportamiento y acompañarlos a reflexionar sobre las señales orgánicas que se generaron, la influencia que tuvo en el comportamiento; el éxito o el fracaso del mismo y la forma de modificar este comportamiento. En la medida en que los niños van creciendo se facilita la reflexión durante lapsos de tiempo determinados que dependerán de la edad y la madurez del niño o adolescente. Este tipo de ejercicio te ayudará a entenderte y entender a tu pequeño en aquellas situaciones de conflicto y los más importante… a superarlas!